Annabele no esperaba que su entrenador fuera un chico magnifico de su edad. Los chicos como Tegan son idiotas. Fingen gustarles chicas como ella para después burlarse a sus espaldas. Ha estado allí, ha pasado por eso. No ocurriría de nuevo. Además, ella odia a los chicos como él. Rubios. Musculosos. Divertidos. ¡Y no ayuda que él sepa sus medidas!
Pronto, Tegan se vuelve más que eso. Él es un chico que le enseña a boxear cuando ha tenido un mal día. Que trota con ella y la deja marcar el ritmo. Quien la besa hasta derretirla. La hace sentir bella a pesar de lo que dice la báscula. A diferencia de su madre, él no espera la perfección, y no trata de protegerla del mundo como su madre y mejor amigo. A Tegan le gusta ella tal cual es.
Pero, ¿Qué sucederá cuando él no este allí? Él no puede esta allí siempre…
¿Podrá ser Annabel capaz de valerse por sí misma y aprender que ella ya está a la altura? ¿Qué su valor no radica en lo que el mundo piensa, lo que la bascula marca, o incluso lo que Tegan le dice… si no en sí misma?
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